El Dinero no ha muerto.

Publicado: abril 14, 2011 en Uncategorized

Celsa Calderoni Reyes

Para explicar su realidad y zafarse de toda responsabilidad el hombre creó a Dios,  para poderse conectar con este creó un sistema – casi telefónico: “el que llama paga”  – llamado religión, ya que, como la palabra lo dice, religa al hombre con lo divino o místico. Incluso con aquello a lo que le puede tener miedo. A lo largo de la historia, Dios ha cometido bastantes equivocaciones, uno de ellos, irónicamente fue ponerle precio a su Best-seller: la Biblia, sin embargo, ese sería tan sólo el primer error fatal de muchos otros, entre ellos y probablemente el más importante fue el de anunciar el poder del dinero como un ser Divino. Para aquellos que hayan leído la Biblia sabrán de que precepto se trata:

“Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero” Lucas 16:13

Si amigos, Dios mismo se puede equivocar, Dios señaló al dinero como su igual y el hombre lo escuchó, lo absorbió y se puso a vender Biblias. Irónico el asunto. Para aquellos críticos de la religión, cualquiera que sea, lamento informarles que obedecen a una en tanto sean parte del sistema capitalista. Pues si el dinero es un dios, el capitalismo es su institución, su Vaticano, su parroquia. Estamos dispuestos a pagar más en tanto el dios dinero nos acompañe, hacemos todo por conseguirlo y confiamos en su honor y su dogma para cada producto. Si Dios hubiera puesto un pequeño consejo en cada una de las cosas, productos, servicios, bienes o personas, tal vez seguiríamos bajo su tutela; sin embargo fue el dinero quién comprendió el sistema del hombre, un consejo, o bien, precio reemplazaría la Biblia, pero lo haría de una forma practica, en cada una de nuestras decisiones un numero nos brilla. Nuestro servicio al dios del dinero es bastante estricto y absurdo, pero en fin, institucional, entre más tengamos de él, tenemos su favor y confianza. El precio, o sea su palabra, es una metáfora mejor planteada: es numérica. Efectivamente el Dios del dinero no ha muerto.

 

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