Hay gente que toma como insulto que la tortilla suba unos cuantos centavos y hacen revoluciones y revueltas negándose a pagar .10 más, sin embargo, siempre estarán aquellos dispuestos a pagar miles de dólares por un mechón de pelo de Justin Beiber.
El precio es el valor económico que se le asigna a cualquier objeto o servicio. Sin embargo, el precio, a mi opinión es algo muy subjetivo, tiene mucho que ver con el valor que éste tenga dentro de una cultura o sociedad. El precio existe para poder obtener un intercambio justo de servicios, la calidad o la escasez siempre le ha otorgado un valor mayor a las cosas, pero creo que actualmente, se le otrora valor a las cosas tan subjetivamente, que muchas veces ni siquiera es coherente con el valor material o utilitario que realmente merecen
Actualmente, la mercadotecnia utiliza al precio para vender no solo cosas por su valor material, sino que le ha puesto precio a los sentimientos y a las experiencias. Un ejemplo muy claro de esto, es la campaña que tuvo MasterCard, en la que le iba poniendo precio a las cosas materiales y al final terminaba con frases que resaltaban que la verdadera felicidad no se podía comprar, sin embargo, le seguía la frase «para todo lo demás, está MasterCard».
Las tarjetas de crédito son las sirenas en el mar del mercado. Nos seducen con sus cantos y facilidades de pago, nos hacen ver todo mucho más accesible y posible, creemos que es mucho más fácil obtener algún producto (que muchas veces ni necesitamos) cuando podemos pagar a varios plazos, pero sin darnos cuenta, nos encontramos de pronto con el las cuentas ahogándonos por habernos dejado llevar por los famosísimos meses sin intereses.
El problema es que con los créditos, perdemos cuenta de lo que hemos firmado y se nos va acumulando, muchas veces terminamos gastando dinero que ni siquiera hemos ganado. Gracias a las tarjetas de crédito, se pueden romper todas esas barreras que limitan nuestro consumo.
Algunos de los trucos del precio, es que muchas veces, consideramos el precio de algún producto sumamente caro y nos negamos a pagar esa cantidad por consumir algo, pero la mercadotecnia juega una vez más con nosotros y nos lava el cerebro. Creemos que por costar $9.99 es mucho más barato y toda una oferta, pero todo esto es solo una estrategia más para engañar al consumidor y creer que por que el precio ha bajado, es el mejor momento de obtener el producto o servicio. Tenemos una cierta presión por que en otro momento no va a volver a a subir, son oportunidades que se tienen que aprovechar.
El precio es, también una herramienta para demostrar status. Lo repito, muchas veces puede parecer estúpido pagar tanto dinero por una simple bolsa, pero el hecho de que sea de diseñador, le otorga un status al consumidor. No es el producto en sí lo que tiene valor, sino que la persona tiene tales ingresos, que es capaz de pagar el precio más alto por un pedazo de piel.
El mercado no es el que nos incita a comprar y a gastar más, sino que muchas veces somos nosotros mismos, como consumidores, los que estamos dispuestos a pagar mucho más dinero que lo que realmente vale el producto o servicio con tal de sobresalir en sociedad. Todo es parte de una competencia.
Daniela Wartenweiler